20 de gener 2011

El Gran Diseño



















En un reciente debate sobre el eterno pseudoproblema de la distinción entre "ciencias naturales" y "ciencias humanas", alguien tuvo la idea de introducir la comparación entre las diferentes ciencias con los diferentes modos de vestir. Me gustó la metáfora moda-fashion para abordar el estudio de las ciencias. Daría para un interesante tratado de epistemología: "Nuevos paradigmas en la indumentaria de las ciencias: de la moda Armani a Lady Gaga".


Habría que estudiar muy bien, en primer lugar, los patrones de la Física, cortados de manera tan impecable al estilo Galileo, "midiendo todo lo medible y haciendo medible aquello que no lo es". Pocas disciplinas pueden lucir un traje tan bien entallado, todas lo envidian como el verdadero canon del método científico que atraviesa los siglos hasta llegar al actual modelo de "El gran diseño" de Stephen Hawking. Vean la próxima moda de primavera anunciada en grandes titulares: "¡Vista la nueva Teoría M - también etiquetada como Teoría del Todo - la supersimetría más general de la gravedad!" Ante el modelo del Gran Diseño, muchos preguntan ingenuamente: ¿y quién ha sido el Diseñador? No hace falta Diseñador, responde la Física: "Cuerpos como las estrellas o los agujeros negros no pueden aparecer de la nada. Pero todo un universo sí que puede" (p. 186 de la edición que leo en catalán de "The Grand Design" de Hawking y Mlodinow). ¡Impresionante!


Permitidme, sin embargo, llamar la atención a una pintada que alguien como El Roto ha tenido la buena idea de incluir en el anuncio (El País, 7/09/2010): "Bueno, vale, el universo se creó de la nada pero... ¿Quién creó la nada?" Seguramente el científico positivista actual tildará la pintada de Metafísica, o de chiste filosófico. Y sin embargo... creo que apunta al corazón mismo del problema irresoluble que existe en el falso debate entre "ciencias naturales" / "ciencias humanas". ¿Cuál es, en efecto, el lugar de lo no medible, de lo no reproducible, incluso de lo no falsable en la propia ciencia?


De hecho, lo que más me ha llamado la atención del libro de Hawking no es tanto la cuestión divina que ha hecho correr ya tanta-tinta-tonta sino su modo de concluir, en el último párrafo: "Pero tal vez el verdadero milagro es que consideraciones lógicas abstractas conduzcan a una teoría única que predice y describe un vasto universo lleno de la sorprendente variedad que observamos". ¡Fabuloso!

Dicho de otra manera - es ya mi interpretación resumida - el verdadero problema es el Logos del lenguaje que anida en el corazón mismo del modelo de la ciencia. Sólo a partir del lenguaje es pensable esa Nada, condición lógica del Universo.


Pues bien, muchas de las llamadas "otras ciencias" se las tienen que ver directamente con ese "milagro" que forma parte de manera "natural" de su objeto.

Aquí, reconozcámoslo, los descosidos y zurcidos empiezan a mostrar lo imposible de un único patrón, ya sea el patrón Galileo-Bacon o el patrón Popper. Como en los tejanos que hoy se venden en las mejores tiendas, el diseño incluye necesariamente agujeros no medibles a priori. Y si los medimos a posteriori sólo nos revelarán la singularidad incomparable de cada modelo: cada diseño es ahora único.

No hay, por ejemplo, una realidad social reproducible y objetivable de modo independiente del observador. No hay tampoco posibilidad de reproducir experimentalmente ni de falsar la interpretación de un sueño, de un síntoma o de otra formación del inconsciente.


Interpretemos entonces esos "agujeros" como la presencia ineliminable de lo que Lacan llamó "el sujeto de la ciencia" y tomémoslo como principio lógico del Gran diseño.

Este excurso podría servir entonces como mera Introducción al "Tratado de epistemología..." que anunciábamos. Para llegar al "crudo" modelo de Lady Gaga - seguramente el psicoanálisis y su clínica tienen más que ver con él que con el uniforme Armani - habría que dar, si embargo, muchas vueltas más a los distintos patrones...





03 de gener 2011

Cogito Ergo Sum

Conviene ser un poco puntilloso con la lectura de la famosa frase de Descartes, principio de buen número de malentendidos en el mundo “psi”. Y ello, empezando por la traducción: "je pense, donc je suis" (en la versión francesa). 

Habida cuenta de que tanto el latín como el francés disponen respectivamente de los términos "exsisto" y "exister", parece mejor traducir al castellano, aunque no sea lo habitual: "Pienso, luego soy" (y no "Pienso, luego existo").

¿Mera disquisición filológica? Es una traducción que, en efecto, va a contracorriente de toda una tradición "psicológica", supuestamente cartesiana, para la cual la existencia de la conciencia del Yo se funda en la certeza anclada en su "Yo pienso". Pero es precisamente lo que se trata de poner en cuestión en los espejismos de la (meta)consciencia, fundada como está en la confusión entre sujeto del pensamiento y sujeto del ser o de la existencia. No, no son lo mismo. Una simple puntuación escrita, como la que introdujo Lacan muy pronto en su enseñanza, lo pone de manifiesto al interpretar el cogito cartesiano, menos simple de lo que parece según algunas críticas (Antonio Damasio incluido), de la siguiente forma:


Yo pienso: "luego yo soy".


Los dos "yo" (el del pensamiento y el del ser) son de hecho distintos. Pienso en un lugar, puedo ser (o estar) muy bien en otro...


Vale la pena un pequeño excurso sobre el tema:
 ser (o estar) y existir no son necesariamente lo mismo. Ex-sistir: literalmente "colocar fuera", salir, nacer. Algo puede ser sin llegar a existir. Digamos para abreviar que sólo ex-siste alguien que se sabe mortal. Hasta el momento, de nuevo, ese saber parece que se transmite fundamentalmente por el lenguaje, el mismo lenguaje que hace posible que un ser esté afectado por la razón del Logos.
En efecto, nada nos asegura que los animales razonen, si entendemos por razón lo que hay que entender en buena ciencia: el Logos del lenguaje.

 Asociar imágenes y acciones con signos-palabras no es lenguaje. En el más complejo de los casos, es un código fijo como el que podían desarrollar las abejas estudiadas hace décadas por H. von Frisch. 
Las largas peroratas del loro Alex (el Avian Learning Experiment de Irene Pepperberg), o el supuesto lenguaje del bonobo Kanzi, no tienen nada que ver con la estructura de un lenguaje a la que sólo podemos suponerle un sujeto. 

Podemos enseñarle al loro Alex a repetir la frase "Cogito ergo sum" en cuarenta lenguas distintas. Nada autoriza a afirmar que la esté pensando ni "diciendo", es decir, que esté realmente hablándole a otro como sujeto.


Es el mismo problema que se están encontrando las Terapias Cognitivo-Conductuales en el "amaestramiento" (desgraciadamente, esas técnicas no son otra cosa) de niños autistas.
 Ignoran por completo la dimensión subjetiva de la experiencia que supone una respuesta irreductible a la simple reacción
 de una conducta. No, no es nada simple distinguir una "conducta aprendida", - incluso en el caso del chimpancé que suponemos que "piensa" cuando llena de agua un tubo vertical para hacer que el cacahuete flote y poder cogerlo - , del "pensamiento" de un sujeto.
Es por eso mismo que, como insistía Lacan, el cogito cartesiano no funda tampoco ninguna consciencia sino que introduce una división irreductible del sujeto en el lenguaje, división contemporánea de la ciencia moderna. La consecuencia deducida del “Yo pienso” es entonces un "Yo soy" al que hay que proveer todavía de un complemento de ser. Dicho de otra manera, la famosa consciencia sólo lo es de un objeto, con toda la ambigüedad de la frase, como cuando digo "consciencia de esta mesa". ¿De quién es la consciencia? ¿Mía o de la mesa? No hay una sin la otra. ¿Han pensado por un momento que la consciencia sola, sin objeto - la que llaman "consciencia intransitiva" - es absolutamente impensable como tal?
 Sombra ciega que dice verse en el espejo...
Para seguir con el tema, aquí va entonces la interpretación del cogito cartesiano hecha por un temprano Jacques Lacan, en 1957, versión que da al traste con todo el psicologismo actual: "Pienso donde no soy, luego soy donde no pienso”. O también: “yo no soy, allí donde yo soy el juguete de mi pensamiento; yo pienso en lo que yo soy, allí donde yo no pienso pensar.”
Bonita manera de empezar el año…