30 d’abril 2012

Symposium sobre la página en blanco



La presentación del libro Lecturas de la página en blanco (Miquel Bassols, Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2011) tendrá lugar en Palencia, Casa Junco, el viernes 18 de mayo de 2012 con la colaboración de la Universidad de Valladolid y organizado por la ELP-sede de Castilla y León.
Será una presentación coral, a cargo de 18 miembros o socios de la Escuela, especialmente de Castilla y León, de las ciudades de Burgos, Palencia, León y Valladolid, pero también de Barcelona, Bilbao y de Vigo.
Los 16 capítulos del libro serán comentados en un Symposium, con intervenciones muy breves, 10 minutos máximo, pero muy intensas y preparadas, que reflejarán el modo particular que cada lector ha encontrado a través de cada capítulo del libro de explicarse el objeto sin nombre: la página en blanco, sin pasar de largo ante ella con la excusa de que no significa nada.

Coordinadores: José María Álvarez. Fernando Martín Aduriz.
Comisión de Organización: Ángela González (Biblioteca FIBOL), Virginia González, Nuria Gutiérrez.





29 d’abril 2012

Ciencia, ficción y feminización

La lettre volée, de Edgar Allan Poe


















Al menos una vez, en su Seminario sobre “El reverso del psicoanálisis”[1], Jacques Lacan utilizó la expresión “el horizonte de la mujer” que nos convoca en esta mesa*. Fue para situar, de manera un tanto enigmática, “el goce in-formado, el goce sin forma”, según sus propias palabras, al que nos empujaría el mundo contemporáneo y, muy en especial, el discurso de la ciencia con la incesante producción de los múltiples objetos que pueblan y rodean nuestro mundo. Desde los cotidianos teléfonos móviles envolviendo con sus ondas electromagnéticas el conjunto del planeta, hasta el gran colisionador de hadrones que sigue a la caza de las llamadas “partículas divinas”, pasando por los aparatos que obtienen las resonancias magnéticas con las que hoy se pretende captar cualquier actividad mental, se trata, en efecto, de intentar atrapar con la forma, incluso con la informática, aquello que finalmente se sigue mostrando como un goce in-formado, sin forma posible. Por el mismo camino, cuantos más objetos se proponen a la satisfacción pulsional, más ese goce aparece sin forma ni medida posible, fuera de toda métrica fálica. Si bien la ciencia nació con el ideal de “medir todo lo que sea medible y de hacer medible todo lo que no lo es”, —según la conocida sentencia de Galileo Galilei—, en su propio recorrido no hace más que producir y rodear aquello que no tiene forma ni medida, ese algo que Lacan enseñaba a localizar con el objeto a. El goce cifrado por el objeto a se muestra entonces como un goce in-formado en la misma medida que escapa, precisamente, a cualquier medida. La tesis de Lacan, en este mismo Seminario, es entonces muy lógica. En la medida que el sujeto se ve llevado a encarnar, a ser reducido a un objeto por el discurso de la ciencia, se produce el “efecto feminizante que es el objeto a” tanto para el hombre como para la mujer. El ascenso al cénit social de ese mismo objeto, según la conocida expresión lacaniana subrayada por Jacques-Alain Miller, iría así a la par de una feminización generalizada.
Volvamos por un momento a la expresión de “el horizonte de la mujer”, horizonte en relación al cual se localizaría ese mismo cénit. Es una expresión que mantiene toda su ambigüedad sin quedar del todo claro quién es el horizonte de quién. En un sentido, el goce fuera de toda medida fálica posible, más allá de la dimensión métrica, es el que sería el horizonte para la mujer, un goce al que ella tendería sin poder decir nada de él. En el otro sentido, La mujer, como ese universal del que decimos que en realidad no existe, sería ella misma el horizonte de un goce sin forma al que nos empujaría una globalización que se revela entonces como una deslocalización generalizada del sujeto del goce. De una u otra forma, la expresión “el horizonte de la mujer” condensaría el fenómeno que captamos como una progresiva feminización del sujeto contemporáneo.
Pero ¿cómo seguir hablando hoy de un horizonte, cuando éste se revela como lo que es, un lugar virtual, una verdadera ficción? El humorista del periódico “El País” que firma como “El Roto” publicaba hace unas semanas una viñeta en la que tres miembros de una familia contemplan desde un amplio mirador un espacio en blanco, absolutamente vacío. 

Buscan cada uno un punto de referencia para localizar su mirada. Uno de ellos, el padre, pregunta: “¿Os acordáis de cuando había horizonte?” La madre calla. Y el hijo pregunta a su vez: “¿Cómo era, papi?”. Pero el padre no responde. Su falta de respuesta tiene todo el carácter de un síntoma, un signo del declive de la función del padre que hace aparecer de hecho, por contraste, otra falta, la de una hija, una mujer que brilla por su ausencia al lado de la madre y que, tal vez, podría decir algo de ese horizonte que falta del todo, que falta en el todo, y que por ese mismo hecho induce ya cierta feminización en cada uno de los integrantes de la familia. Parece, en efecto, una viñeta para la familia contemporánea.
El problema no es que no haya ningún horizonte dibujado, —aunque el sujeto tenga hoy todas las razones para entonar esta queja—,  el problema es que entonces cualquier cosa puede venir a dibujarse en su lugar, cualquier cosa que haga apariencia, semblante, como aquel objeto elevado a su función de goce en el cénit social. Allí donde falta la línea virtual del horizonte del Nombre del Padre, en cualquiera de los puntos que éste ha dejado sin perspectiva, puede encontrarse el punto único y cenital del objeto del goce informe.
El problema es así que la ficción del horizonte se hace tan singular para cada sujeto como las condiciones del objeto de su propio fantasma, sin necesidad de compartirlo en otro espacio que no sea el espacio virtual. A cada uno su objeto de goce en el lugar del horizonte que falta. Y es en este espacio, precisamente, donde la ciencia de nuestro tiempo hace proliferar toda la serie de objetos que hoy se dibujan en el lugar del horizonte que no existe, ese horizonte que Lacan también definió en su momento como “el horizonte deshabitado del ser”[2]
¿Dónde atrapar mejor ese “horizonte de la mujer” que no existe y al que nos empujaría el discurso de la ciencia sino en la propia ficción, incluso en la ciencia ficción? A partir de este punto, podemos obviar muy bien la coma que en nuestro título separa la ciencia de la ficción y leer: “Ciencia Ficción y feminización”. Y no estará de más recordar aquí que el principio del género de la Ciencia Ficción se debe precisamente a la pluma de una mujer, Mary Shelley, que a principios del siglo XIX construye ese ser ficticio, sin nombre, que con el apellido de su creador Frankestein viene a hacer revivir el cuerpo fragmentado por la ciencia en otros tantos objetos a.

Fue también en una notable ficción, la de la famosa “carta robada” de Edgar Allan Poe, donde Lacan fue a pescar por primera vez este efecto de feminización sobre el sujeto, efecto inherente a la posesión de la carta-letra robada en sus recorridos más sorprendentes. Vale la pena evocar la estructura que se repite en las dos escenas del cuento tal como Lacan la analizó. En el lugar del Rey que no ve nada, encontramos después a la Policía que con su ciencia métrica impecable no acierta a localizar la carta robada en el registro de lo real. La busca allí con la misma excusa de aquel hombre que había perdido su llave y la buscaba debajo del farol porque allí, decía, había más luz. Es, en efecto, el lugar en el que las actuales tecnociencias buscan reducir al sujeto de nuestro tiempo al objeto-gen o a la neurona. En el lugar de la Reina que ve que el Rey no ve nada, encontramos después al Ministro que se feminiza tanto como el sujeto de nuestro tiempo a base de esconder la cabeza bajo la arena. Finalmente, hay el tercer lugar que ocupaba primero el propio Ministro, viendo que ninguno de los otros dos veía nada, y que después ocupará el detective Dupin, que Lacan igualará en su perspicacia al psicoanalista. Los dos, Ministro y Dupin, comparten un rasgo femenino, inherente como hemos dicho al propio efecto de la letra-carta, pero con dos operaciones totalmente diferentes.
La ciencia de hoy, promovida por el propio Ministro, nos promete una carta, un mapa completo de lo real, —especialmente en lo que se denomina mapping cerebral—, hasta el punto de que no distinguiríamos ya lo real de lo simbólico, el territorio de su mapa, hasta el punto de que lo simbólico se convertiría en lo real. El único territorio posible sería entonces el propio mapa, a escala real por decirlo así. El sentido de las palabras estaría en y sería finalmente el soporte neuronal. No es solo entonces que lo simbólico cambie, es que en una suerte de operación de enroque de los registros, lo simbólico se convierte en lo real mismo. A fuerza de que todo lo real sea simbolizable, es lo simbólico mismo lo que se convierte en lo real. Pero en esta operación se excluye por completo la posibilidad de encontrar esa carta robada que, “como un inmenso cuerpo de mujer” —escribe Lacan— “se ostenta en el espacio del gabinete del Ministro cuando entra Dupin”[3]. Lo que la ciencia ignora así es que el verdadero amo, el que funda cualquier certeza, no es la observación empírica de la realidad, ni su medición cuantificable, no es el Rey ni la Policía, sino que sigue siendo desde siempre el lenguaje, la lengua como aquella que organiza el único espacio en el que cabe localizar un horizonte virtual.
Para concluir: ¿Qué operación le queda reservada al Dupin psicoanalista? También marcado por un rasgo de feminización que Lacan no dejó de atribuirle, el psicoanalista sabe que, en realidad, La ciencia no existe, no existe más que en el horizonte de La mujer cuando se trata de intentar escribir la relación sexual. Y es en lo real que no cesa de no escribirse en ese horizonte de La mujer donde el psicoanálisis tiene todas las posibilidades de seguir existiendo.


*Intervención en la Sala Plenaria sobre el tema "El horizonte contemporáneo de la femineidad" del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Buenos Aires, 25 de Abril  de 2012.




[1] Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XVII, “L’envers de la psychanalyse”, du Seuil, Paris 1991, p. 187.
[2] Jacques Lacan, Escritos, Ed. Siglo XXI, México 1984, p. 621.
[3] Jacques Lacan, Escritos, Ed. Siglo XXI, México 1984, p. 29.

06 d’abril 2012

Un documentaire “acoustouflant” sur l’autisme






















«Unes altres veus. Una mirada diferent sobre l’autisme»
D’autres voix. Un autre regard sur l’autisme.
Un documentaire d’Iván Ruiz Acero.

Plus de deux-cents personnes se sont rassemblées le 3 Avril dernier au cinéma Verdi à Barcelone à l’occasion de la première du film « Unes altres veus », dirigé par notre collègue Iván Ruiz Acero avec Silvia Cortés Xarrié et la participation de plusieurs parents d’enfants autistes et de psychanalystes européens qui travaillent dans ce champ. Des représentants institutionnels divers y ont assisté. Une longue ovation à la fin de la projection a témoigné de l’impact produit par le film sur les spectateurs disparates réunis pour cet évènement. À l’avenir, le film est destiné à être diffusé et présenté dans des circuits divers et en plusieurs langues.

***

« Acoustouflant », c’est le mot, un néologisme, qu’Albert, un jeune catalan diagnostiqué Asperger, a trouvé à travers les langues pour qualifier le documentaire. C’est Albert lui-même, dans son témoignage singulier, qui fera la fonction de fil d’Ariane pour suivre les détours, les chemins et leurs impasses, que le documentaire nous propose de suivre pour exposer ce que la psychanalyse d’orientation lacanienne pense et fait aujourd’hui avec les sujets diagnostiqués de « trouble du spectre autistique ». La tâche visant à repérer, sinon à faire surgir, la dimension singulière du sujet qui se cache derrière ce diagnostique de plus en plus ambigu dans la clinique contemporaine pouvait se présenter comme un labyrinthe. Mais il suffit de laisser la place du savoir à ce sujet supposé dans son silence et son langage fermé à l‘entendement des autres pour pouvoir commencer à reprendre le fil qu’il a décidé de couper à un certain moment de son expérience. C’est un fil « acoustique », en effet, où l’objet-voix devient un nœud principal, et c’est à le détordre avec un nouvel usage du langage que les effets se montrent alors « époustouflants » pour le sujet et son entourage. « Acoustouflant » est, donc, un bon nom pour ces autres voix que le documentaire fait résonner et raisonner avec le discours psychanalytique dans un moment où lui tombent dessus les questionnements les plus abjects.
En fait, plus on avance dans le champ de la recherche sur l’autisme et dans ce que les autres disciplines tentent de représenter avec ce terme, moins on sait ce qu’il désigne, modulé aujourd’hui par d’autres termes comme celui de « trouble » ou bien encore de « spectre ». Ce n’est pas un problème « scientifique » dans son acception habituelle, c’est l’effet dans la clinique de la dissolution des catégories qui tentent de représenter la singularité d’un sujet qui a rejeté un certain rapport à la parole mais qui reçoit les effets de ce rejet dans le langage. À faute de se tenir à cette perspective, on reste dans une opacité foncière quant à l’approche du sujet caché dans cette expérience insondable.
On peut l’entendre tel quel dans le documentaire : on ne sait pas ce qu’est l’autisme, comme catégorie clinique ; il n’y a pas un sujet autiste identique à un autre ; il est donc préférable de partir d’une docte ignorance pour essayer de repérer la singularité de chacun dans l’invention qu’il est en train de construire, aussi bizarre qu’elle puisse paraître au sens commun ; cette invention est souvent faite à partir de petites pièces relevant du langage avec lesquels le sujet tente de se maintenir à flot dans son rapport impossible à l’autre ; il s’agit alors de faire attention à la valeur singulière de ces pièces et de ne pas les écraser dans un dressage, plus ou moins systématique selon les idéaux normatifs à l’usage, pour trouver le fil avec lequel on peut essayer de nouer un rapport symptomatique du sujet à l’autre.
C’est de cette position qu’ont témoigné non pas seulement les psychanalystes qui interviennent dans le documentaire mais surtout les parents qui racontent les effets qu’a eu sur leurs enfants et sur eux-mêmes le traitement psychanalytique. À l‘envers de la position de culpabilisation des parents attribuée aujourd’hui avec tant d’ignorance à la psychanalyse, un père peut raconter alors l’expérience difficile qui a consisté pour lui à se séparer justement d’une culpabilité qu’il éprouvait avant de rencontrer la psychanalyse, une culpabilité avec laquelle il avait tenté pendant très longtemps de trouver une explication sur la cause d’un réel qu’il n’avait pu repérer jusqu’ici dans le rapport à son fils. Ou bien, l’allégement de cette mère qui avait traversé une longue série de consultations médicales et psychopédagogiques, accompagnées de la passation de lourds questionnaires et protocoles, sans rien pouvoir obtenir d’une clarification, jusqu’à sa rencontre avec un psychanalyste qui a écouté son fils comme un « sujet de plein droit ».
Ou encore, Albert lui-même, témoignant de l’une des choses les plus importantes qu’il a rencontrée avec la psychanalyse : qu’il n’y a pas en lui seulement ce trouble que l’on désigne par le nom d’Asperger, mais surtout ce « caractère » qui le fait absolument singulier et qui l’a aidé à trouver une issue à son labyrinthe de silences et des mots.
À nous de savoir faire entendre aussi au grand public ce « caractère » singulier sur lequel la psychanalyse fonde son expérience dans chaque cas.

***

On ne peut que remarquer la beauté des images, du montage, du son et de la lumière du documentaire qui a été fait avec une grande attention et une remarquable délicatesse.
Le documentaire « Unes altres veus. Una mirada diferent sobre l’autisme » a été dirigé par Silvia Cortés Xarrié et Iván Ruiz Acero, présenté par Teidees Audiovisual et l’Associació Teadir, association de parents et proches de personnes avec Trouble du Spectre Autistique. Production : Marta Alonso.
Avec la participation des psychanalystes suivants : Begoña Ansorena, Enric Berenguer, Neus Carbonell, José Castillo, Antonio Di Ciaccia, Vima Coccoz, Daniel de León, Elisabeth Escayola, Pilar Foz, Marga Gibert, Cecilia Hoffman, Josep Maria Panés, Jean-Robert Rabanel, Félix Rueda, Alexandre Stevens, Gracia Viscasillas.

On peut visiter le site du documentaire en cliquant ici.

05 d’abril 2012

Confianza, depresión y "salud social"

Respuestas a Aida Acitores De la Cruz, redactora de Diario Palentino 

1) He estado leyendo algunos artículos de su blog y me parece muy interesante la idea de que la crisis actual no se puede explicar por estadísticas, sino por la transferencia y la confianza en el otro. ¿Es esa falta de confianza la clave de la "depresión" actual que, de algún modo, todos padecemos?

De hecho, son algunos economistas reconocidos, como Paul Krugman, los que han puesto todo el acento en la función que ha tenido, y sigue teniendo, la desconfianza recíproca en el desencadenamiento de la crisis actual. Fue en primer lugar una desconfianza entre los propios agentes económicos y bancarios que luego se extendió, como un reguero de pólvora, al conjunto de los vínculos políticos y sociales de manera global. La confianza en el otro es una variable subjetiva que no puede cuantificarse de ningún modo pero que determina, precisamente, todo cálculo colectivo, por muy objetivo que se quiera. Lo que así queda tocado, y en algunos casos "hundido" en la depresión, es la propia naturaleza del vínculo social y familiar.  

2) Habla también de la tiranía de las cifras y la obsesión de todos (sobre todo nosotros, los periodistas) por tratar de explicar la realidad con números, de cuantificarla. ¿Qué impacto tiene esa falta de humanidad y esa "objetivización" en la salud mental y emocional de la gente?

El sufrimiento psíquico es imposible de cuantificar como tal, no se deja atrapar por las cifras como si fuera la fiebre o el grado de una infección en el organismo. El imperativo "mide todo lo que sea medible y haz medible aquello que no lo es", —fue el ideal de Galileo—, es muy efectivo en otros campos pero fracasa absolutamente cuando se trata de definir y de tratar el sufrimiento de una persona que está deprimida o que sufre de alucinaciones, obsesiones o fobias. Tampoco se puede medir el amor o el deseo. Intentarlo es la mejor forma de empezar a ignorarlos. Y conduce a otro sufrimiento, siempre incuantificable. Hace falta una ciencia de lo que no es ni será nunca cuantificable.

3) Supongo que las causas más "claras" de que se extiendan patologías como la ansiedad, el estrés o la depresión son la falta de seguridad y perspectivas de futuro. ¿Es así? ¿Cabe la posibilidad de que surjan tendencias peligrosas de evasión? (Quizá mayor consumo de drogas, desobediencia al poder...)

No es necesariamente así, depende de cada sujeto en particular. A veces, es en una situación de extrema gravedad, incluso de guerra o de falta de recursos vitales, cuando el sujeto encuentra nuevos recursos para hacer frente a los malos encuentros y puede sentir la extrañeza de un nuevo deseo. Y, al revés, es conocido el fenómeno de la caída en una profunda depresión cuando el sujeto ha conseguido un ideal largamente esperado. También la angustia aparece en muchas ocasiones acompañando situaciones que parecerían ser muy placenteras. La relación que cada uno mantiene con la angustia y el deseo, como ya mostró Freud, es a veces muy paradójica.

4) A un largo plazo, ¿qué peligros conlleva para la "salud social" (si me permite la expresión) el hecho de que la juventud tenga que marcharse o, si se queda, deba renunciar a sus sueños y a su desarrollo personal y profesional? Personalmente entiendo que hay una generación (en la que me incluyo) que hemos sido educada en el argumento de que "si obtienes buenas notas de niño, conseguirás cualquier meta que te propongas de mayor".
¿Cómo se propone, desde el Psicoanálisis, reconducir ese estado de ánimo tan negativo?

El argumento que evoca es, en efecto, fuente de muchas desilusiones y falsas expectativas, y de hecho es finalmente independiente de la situación social. Sobre todo, cuando es el otro quien te fija esas metas y objetivos en la vida. He escuchado a suficientes sujetos que habían alcanzado las metas programadas por otro en su vida para entender el valor irreductible de la verdadera pregunta que escondía ese argumento: "Y tú, ¿qué quieres?" En todo caso, lo que produce efectos devastadores, desde la depresión a la más feroz angustia, es retroceder ante esa pregunta y a las respuestas que cada uno debe saber darle. El psicoanálisis puede ayudar a cada sujeto a encontrar su propia respuesta, sin tener ninguna prefabricada. El psicoanalista Jacques Lacan lo indicaba con una pregunta un tanto enigmática: "Y tú, ¿quieres lo que deseas?" ¿Queremos hacernos cargo, responsabilizarnos cada uno, de lo que deseamos, a veces sin saberlo?